Hay cosas extemporáneas que parece mentira que pasen en un país europeo. No hace mucho, Lituania aprobaba una ley homófoba que eliminaba cualquier tipo de visibilidad para los gays. Y ahora, desde el pasado día 1 de enero, Hungría tiene en vigor una ley mordaza que limita la libertad de prensa en este país, que para más inri, detenta la presidencia rotatoria de la Unión Europea para el próximo semestre.
Por medio de esta ley, el gobierno húngaro se asegura el control de la prensa de una manera desconocida en la Unión, más propio de un país con un régimen dictatorial que de un país que preside Europa. De esta manera, los censores del gobierno húngaro podrán poner multas que alcanzan los 730.000 euros a los medios de comunicación por cosas tan genéricas como atentar contra el interés público, contra la moral, o por publicar informaciones parciales.
Sinceramente, da miedo que estas cosas que parecían estar superadas en el Viejo Continenten comiencen a resurgir, volviendo a tiempos pasados y a otras realidades. Falta ver la respuesta de la Comisión Europea, y de los propios países miembros, pero flaco favor nos hace a nuestra imagen exterior cuando desde Europa pedimos a ciertos países avances democráticos y en materias como la libertad de prensa, y luego el país que preside la Unión tiene una ley como esta.
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