Hace ya un año que se produjo la tragedia de Haití. Un día como hoy, la tierra tembló en este país que ya de por sí era uno de los más pobres del mundo. Y un año después de esa catástrofe que se llevó la vida de entre 230.000 y 300.000 personas, lamentablemente, la cosa no he mejorado demasiado.
La población haitiana sigue esperando buena parte de la ayuda que la comunidad internacional se comprometió a enviar, mientras el país espera a ser reconstruido.De hecho, la situación en Haiti se ha vuelto insostenible. Un millón de personas se quedaron sin hogar. Puerto Príncipe se ha convertido en una ciudad llena de escombros, con miles de personas viviendo en los más de 1.200 campamentos ante la falta de vivienda. La amenaza de las epidemias es constante. Y las violaciones de mujeres en los campamentos es algo habitual, disparándose los embarazos no deseados.
Hoy por hoy, Haití es un país sin futuro. Después de convertirse por unos días en el triste protagonista de televisiones y periódicos, Haití cayó en el olvido. Hoy, con motivo del aniversario del terremoto, Haití, y las terribles condiciones en que malviven sus habitantes vuelven a ser portada de la prensa internacional.
Pero mañana, una vez que se apaguen los focos de este terrible aniversario, Haití volverá a caer en ese oscuro pozo que es el olvido si gobiernos y organizaciones internacionales no hacen algo. Así es nuestra sociedad. Una sociedad que devora información en el momento en que se produce, pero que se olvida de las cosas en cuanto dejan de ser portada de los noticiarios. Una sociedad de consumo rápido que devora y olvida todo aquello que ya no es noticia.
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