Mientras el mundo sigue conmocionado por la tragedia, la congresista demócrata Gabrielle Gifford sigue luchando por su vida en el hospital University Medical Center de Tucson tras recibir un tiro en la cabeza. Peor suerte han tenido las otras seis víctimas mortales de este ataque que nadie comprende, en el que también ha fallecido una niña de sólo 9 años. Además, otras 18 personas han sido heridas durante el ataque a un acto político que la legisladora estaba celebrando junto a un supermercado.
Gandhi decía que «no hay camino para la paz. La paz es el camino». Una frase de la que ha hecho caso omiso el asesino que protagonizó el tiroteo de Arizona, y que ha vuelto a poner de manifiesto que a pesar de los avances sociales y tecnológicos que hemos vivido en las últimas décadas, todavía hay desequilibrados que anteponen la violencia más salvaje frente al diálogo y el respeto a la vida.
Un desequlibrado que ha sacado de forma violenta toda la rabia y la intolerancia que llevaba dentro contra una política que se había posicionado claramente contra la ley contra la inmigración ilegal aprobada en este estado norteamericano. Sin duda, un hecho inaceptable para cualquier sociedad democrática, que nos debe hacer reflexionar sobre el modelo que estamos creando, y los motivos por los que un tipo dispara su pistola a bocajarro, cuando en una sociedad democrática hay otras formas de hacer escuchar tu voz.
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