Puede parecer surrealista. Y también parece mentira que esto esté a punto de suceder en un país miembro de la Unión Europea, adalid de la democracia y de las libertades ciudadanas en el mundo. Pero Lituania, una de las repúblicas bálticas, está a punto de aprobar una ley que es claramente homófoba.
La ley, que se aprobará previsiblemente mañana, permitirá multar con 2.900 euros a cualquier ciudadano que hable en público sobre la homosexualidad, o que participe en una marcha del Orgullo Gay, o que que organice un ciclo sobre cine gay. La nueva legislación que criminaliza la homosexualidad llega a prohibir incluso las campañas de salud sexual que saquen a colación una orientación sexual diferente a la heterosexual.
Una auténtica barbaridad que en un país miembro de la Unión Europea no se respete la igualdad de todos los ciudadanos desde el propio Estado, que trata de reducir la visibilidad de los gays en la sociedad lituana a la nada, sin darse cuenta de que por mucho de que traten de ocultarla, la homosexualidad seguirá presente en esa pequeña república báltica.
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