A raiz de los últimos casos de dopaje en el mundo del deporte, han salido varios artículos en diversos medios de comunicación en los que parece que acusan a los deportistas de doparnos para conseguir mejores marcas, a la par que nos exigen mantener el espectáculo para divertir a los espectadores sin meter sustancias al cuerpo, como si esa fuera la generalidad.
Y no, el dopaje no es la generalidad. Y además, me resisto a caer en esas patrañas que dicen que nos vemos obligados a doparnos para mantener el espectáculo y para generar ese circo mediático que existe en torno al deporte, como justificando así el dopaje. De hecho, no hay nada más lejos de la realidad. Cada deportista toma la decisión por sí mismo de competir con la única ayuda del esfuerzo y el trabajo, o de caer en esas redes de las sustancias que ayudan a mejorar las marcas.
Vivimos en tiempos en los que el triunfo fácil está a la orden del día. Tiempos en los que el triunfo rápido parece que ha eliminado la constancia y el esfuerzo. Tiempos en los que parece que si no rompes marcas, desaparece el entusiasmo y el morbo del espectador, por lo que los deportistas se ven obligados a consumir sustancias ilegales para mejorar sus resultados.
Pero yo, particulamente, no exijo a nadie que se dope para mejorar sus resultados. La belleza del deporte está en la propia superación personal, y no en meterte al cuerpo sustancias ilícitas para mejorar marcas. Y al igual que como espectadora no exijo a ningún deportista que se dope, porque yo quiere ver un espectáculo en el que los deportistas compitan en igualdad de condiciones, también en mi faceta de deportista he optado por el esfuerzo con único camino para alcanzar mis sueños.
Al igual que tampoco me parece justo esconder las miserias humanas ante la excusa del espectáculo. Todos somos mayorcitos para saber lo que podemos y lo que no podemos hacer, y hasta donde podemos llegar. Y el espectáculo en el que se ha convertido la vida, no es la excusa que sirve para justificar el dopaje y mostrar a los deportistas que se dopan como unas víctimas del sistema. Yo, al menos, me niego a verlo así.
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