Ayer, el presidente de México, Felipe Calderón, inauguró la cumbre mundial sobre el clima. Una cumbre que corre el riesgo de convertirse en un segundo Copenhague, a pesar de los intentos tanto de Naciones Unidas como de la Unión Europea para evitar su fracaso.
De los resultados de esta cumbre, dependerá lo que le ocurra a millones de personas de todo el mundo a causa del cambio climático, tal y como ha recordado el presidente mexicano durante la inauguración. Una afirmación que debería llevar a los países asistentes a la crisis a alcanzar acuerdos concretos para lograr una reducción global de las emisiones de efecto invernadero.
El futuro del planeta, y de la especie humana, puede depender de las medidas que se acuerden en esta cumbre, de manera que los grandes acuerdos puedan sumarse a las pequeñas acciones que cada uno realizamos en el día a día para tratar de frenar el cambio climático.
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